Por Carmen Martínez
Nuevamente las actividades en esta semana, de la Iniciativa
REGALANDO PASIÓN POR LA LECTURA en La E.B.E Gustavo Fuenmayor, fueron
realizadas para un solo grupo conformado por alumnos de 3ero, 4to, con ellos
estuvieron la docente CRA Aleida Chávez y la docente de 5to grado Ninoska Ballera.
De más está decir que fue una experiencia maravillosa y excelente, los alumnos
participaron en su gran mayoría, invité aquellos que todavía no se manifiestan
ni espontáneamente, ni siquiera durante las competencias de saberes que
propicio para hacerla más dinámica e interesante, porque veo como se motivan
por competir y ganar.
El título de este relato lleva el nombre del escritor que
esta semana fue motivo de dos actividades, brindándonos dos cuentos hermosos
llenos de muchas lecciones y aprendizajes, principios y valores, uno en esta escuela y el otro se les leyó a
los alumnos de la U.E.N Bello Monte… este escritor de cuentos es RENATO
AGAGLIATE, italiano de nacimiento, huyó del fascismo de su país natal Italia y
se enraizó en Sanare estado Lara/Venezuela como un venezolano más, enamorado de
esta tierra que lo adoptó y a la que escribe y describe en todo su trabajo, con
su flora, su fauna, su ambiente, su gente, sus alumnos, Renato Agagliate ha
sido maestro rural, músico, ecologista, lingüista y escritor de cuentos lo que
lo hace todo un personaje que admirar e imitar, así se los hice ver a todos
estos alumnos y docentes que tuvieron la dicha de conocerlo a través de sus
cuentos.
Les llevé la lectura del cuento titulado El Cocuyo y las estrellas
tomado del libro, Cuentos de Renato. Editado y distribuido por Fe y Alegría. De
principio a fin escucharon con atención esta lectura, muy pocas distracciones,
los alumnos que se están reuniendo aún hay algunos que se distraen pero no
molestan ni entorpecen la buena marcha de la lectura. Vamos ganando terreno,
lamentable algunos de los niños que lo hacían ya no vienen a clases, los he
visto por los alrededores y preguntado porque no van a clases no responden…
esto es lo más triste y una de las razones por la que me embarque y he motivado
a muchos amigos y conocidos en esta iniciativa, los niños que leen, comprenden, escriben,
interpretan, investigan, se motivan a ser independientes y creativos, se
comunican o se expresan de cualquier forma, serán críticos, reflexivos e
internalizaran todo lo que aprendan… no caen en las estadísticas de la
deserción escolar.
Este cuento de Renato, cuyo personaje principal es un cocuyo
que quiere ser como sus hermanas las estrellas que con su luz inundan el cielo
más oscuro, mientras que la de él se pierde en la noche, con algo de envidia o
baja autoestima, desea verlas, llegar hasta donde están, uno se imagina que
para verlas de cerca, ver como es esa luz, de que viene o su fuente, se propone
llegar hasta allá y para ello pregunta a una vieja y sabia ardilla ¿cómo llegar
al cielo?, ¿qué camino tomar?, ésta muy sabia le responde que no conoce que
haya un camino al cielo, pero que si quiere pruebe subir hasta a lo más alto de
un jabillo y así lo hace este cocuyo, solo para darse cuenta que aun en el
copito de este árbol las estrellas se ven tan lejanas, su impotencia es tal
ante su cruel realidad, es imposible llegar al cielo, llegar lo más cerca que
quiere de las estrellas, que se rinde y rompe en un llanto desconsolador.
Pero algo lo hace reaccionar un pequeño pichón de azulejo lo
ve desde un nido que esta una rama más abajo que la de él, y le dice a su madre
mira la estrella que esta sobre nuestro nido… palabras mágicas para alguien que
se consideraba menos que una estrella, a partir de allí toma conciencia de que
era también una estrella y podía iluminar muchos nidos, hacer felices a otros
con su luz y ser el feliz también aceptándose como era… una estrella, un cocuyo
con su propia luz, que también se veía en las noches oscuras aunque a veces la
nublara una neblina o se perdiera en la inmensidad de la noche.
El cocuyo aprendió a quererse tal como era, a que no hay que
envidiar a las estrellas y por tanto ya no le importaba remontar el cielo para
verlas. El no necesitaba estar tan alto para llevar su luz, solo importaba
estar a la altura de quien apreciara ese don que tenía de iluminar y dar
alegría a los pichoncitos en sus nidos como ese pichoncito de azulejo que dijo
que era una estrella. Aprendió a valorarse y a tener autoestima, uno es el que
tiene que quererse y ver que vale, que es talentoso y ¿porque no? famoso como
este cocuyo que nos imaginamos lo esperaban en las noches para verlo brillar
desde una rama más baja.
Todo esto resulto de la comprensión lectora, de la
participación de todos los niños, los pequeños estaban a la par de los más
grandes, fue bonito verlos competir demostrando con ello su atención y
participación, entendiendo con sus propias palabras que no hay que envidiar,
que como dijo la docente Ninoska Ballera todos y cada uno de nosotros fuimos
bendecidos con un don o talento, y que nos hace especiales, únicos, que solo
debemos descubrirlo y mostrarlo al mundo, utilizarlo para hacer el bien
siempre, que la envidia es algo que debemos evitar, no debemos menospreciar lo
que somos así no tengamos las mismas cosas que otros, casa, trabajo, vestidos,
zapatos, televisor, videojuegos, entre tantas cosas que a veces envidiamos de
los demás.
Antes de terminar la comprensión lectora les pregunte a las
docentes si ellas al igual que la vieja y sabia ardilla creían que no había un
camino para llegar al cielo, la docente Ninoska dijo que todos alcanzamos
llegar al cielo cuando morimos, les volví a decir si no había otra forma de
hacerlo, estando muy vivos… les dije que si somos creyentes tenemos una manera
más hermosa y rápida para llegar al cielo… y es la oración, la oración nos
acerca a Dios, conversamos con Dios, y si hablamos con Dios estamos en
cielo…vamos y venimos a través de la oración. Que hermoso vehículo tenemos
directo hasta allá.
La observación final acerca de la actividad de la docente
Ninoska Ballera fue igual de interesante: “La actividad de lectura relacionada
al cocuyo y las estrellas, del autor Renato Agagliate nos enseñó al grupo
docente y estudiante a valorarnos como individuos propios para este mundo tan
cambiante y existente. A su vez complementando con los valores y antivalores
que se manifestaron en dicha lectura. Fue fructífera y provechosa. Me gustó
mucho.”
La Docente CRA Aleida Chávez, en su observación final de la
actividad, nos comentó que “El cuento nos enseñó a ser más personas con los
valores; los niños y niñas participaron con mucha responsabilidad. Muchas felicitaciones”
Es importante resaltar que todos y cada uno de nosotros
debemos ser agradecidos con Dios y la vida, hay dones y talentos que vienen de
Dios, muchas destrezas y competencias que a lo largo de la vida vamos
aprendiendo y con ella nos vamos formado y modelando, aprendidas por nosotros
mismos o con la ayuda u apoyo de otros. Todo eso nos hace brillar en nuestros
propios entornos, como cocuyos o como estrellas, no envidiemos, por el
contrario trabajemos para lograr lo que deseemos. Y hagamos como este cocuyo
irradiar luz a otros, hacer felices a otros… con ello seremos felices también.
Otra cosa que aprendimos con nuestro escritor de la semana
fue su amor a su entorno, como en su cuento los personajes son propios de allá
en su querida Sanare/ Lara, jabillos, cocuyos, ardillas, azulejos, cielos
estrellados, aprendamos de él a escribir sobre nuestros entornos, donde quiera
que nacimos o donde quiera que hemos decidido echar raíces y frutos, en otras
tierras que nos abren sus brazos como una madre amorosa que nos da amor y
cobijo.
No se pudo realizar la actividad para los alumnos de 5to y 6to
grado porque esta escuela tenía previamente programado una actividad en honor
al Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, en el resto de la mañana.
Hasta la próxima cara de alegría en los niños cuando alguien
de REGALANDO PASIÓN POR LA LECTURA los visite… Hasta la próxima lectura… Hasta
el nuevo aprendizaje que ella les brinde… Hasta la nueva motivación.
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